domingo, 16 de diciembre de 2012

Dermatitis viperidae

Aquella noche, cada paso que daba, se sentía más liviano y su corazón iba latiendo apenas más rápido. Su piel se había vuelto más rugosa con los años, pero con el mismo reticulado seco desde el día que nació.Miró sus brazos, descolorida la piel, gruesa y oscura por años de rascado y lesiones; y pensó en su historia. Su piel cambiaba en 5 días lo que el resto de la gente muda en 28. Muchos lo padecen. Los médicos le daban tratamientos desde el año de vida. Aliviaban posibles molestias, pero sabía que su condición no tenía cura.
Cuando llegó a la adolescencia se le dio por beber, y extrañamente su salud parecía mejorar. Cuando bebía no se desmayaba como siempre que hacía calor o con cambios bruscos de posición. También los cambios de temperatura lo afectaban mucho. En invierno era capaz de dormir días seguidos, lo que le valió un buen bagaje de fármacos.
Una noche de primavera en que se rascaba la piel con un cuchillo hasta sangrar, reconoció que era inútil y decidió aceptarse en su enfermedad. Dejó los fármacos. Una médica le dijo que los síntomas se agravarían, pero lo único que podía poner en riesgo su salud eran los cambios de tensión arterial. Lo demás eran molestias, que si no lograba sobrellevar, consultase y retomase los tratamientos en una semana.
Abrió la puerta que daba al jardín. Ya llevaba once días sin medicación. Acostado, no sentía alteraciones en la presión, ni cefaleas ni mareos. Su piel estaba más seca que nunca, y las placas córneas se desprendían fácilmente. Esta vez no se rascó, sino que decidió moverse a rastras en la tierra. Era de noche, pero veía claramente. Un gato pasó cerca, pero no pudo distinguirlo claramente porque lo veía brillante y rojo. Temió por su salud pero extrañamente se sentía mejor que nunca. Se acercó al animal para verlo más de cerca, pero éste, nervioso, lo arañó para huir. Llevado de un impulso atávico, lo mordió y perdió el conocimiento.
La antigua epidermis se había desprendido completamente y se veían claramente las escamas.

jueves, 22 de marzo de 2012

El Loco....

Unos recibieron alegrías, y sonreían al nombrar a aquel ser bondadoso. Otros en cambio, le arrojaban piedras al dador de desdichas. Hubo también quienes fueron aliviados de sus cargas, y otros sucumbieron bajo un peso aumentado. No lo podían comprender. Hablaban de la misma persona.
Él continuó caminando hacia ningún sitio mientras repartía dones y daños sin razón ni propósito.
El mismo Loco que reía ante un saludo ... o un piedrazo, y siguió riendo mientras rodaba por el precipicio, ajeno a toda causa y efecto....